Un collar en mi cuello
Recién recibí la noticia. Las joyas siempre han sido objeto de emoción para mí. Sin embargo, esta noticia es fuerte. La siguiente semana tendré un nuevo collar en mi cuello. Causa emoción, pero no es alegría, aunque tiene una pisca de esperanza. No es tranquilidad, aunque no hay certeza de que traerá preocupación. Sé que significará dolor, aunque pudiera regalarme paz. Este collar en mi cuello parece dual.
Hace un tiempo, antes de que entraran los ladrones a mi casa, tuve algunas joyas que me encantaban. Eran de oro. Ninguna de esas era de un solo tipo de oro. Tenían hasta tres tipos. Esas eran mis favoritas. Creo que este collar nuevo se les parecerá porque representará por lo menos dos sentimientos, dos emociones. No sé todo lo que ese collar puede significar en mi vida. Puede marcar un camino triste y doloroso que me enseñe esperanza. Puede confirmarme que siempre debo tener claro que siempre hay un final. Puede dejarme conocer lo que nadie espera conocer. Puede prepararme para lo que nadie se quiere preparar. Puede que el dolor me llene de paz. Puede que el dolor traiga el alivio.
Ese collar marcará tiempo en mi vida. Tiempo para seguir o tiempo para finalizar. Ese collar será una oportunidad de agradecer lo que he tenido, lo que tengo y lo que tendré; poco o mucho, pero lo que tendré.
Me encantan las joyas, pero este collar siempre me recordará el dolor, la tristeza, la preocupación. Pero también la gratitud y también mi fe.
No sé cómo encontraré después la fuerza para ver ese collar. La única certeza que hoy tengo es que ese collar representa incertidumbre, desequilibrio. Pero ¿qué en la vida es totalmente cierto? Pero ¿cómo aprendemos si no como producto del desequilibrio y de la incertidumbre?
Sé que habrá dolor. Pero tengo fe. Sé que Dios se perfecciona en mis debilidades, en mis temores. Sé que será difícil encontrar el equilibrio, un poco más difícil que soportar el dolor. Sé que algo más difícil puede venir. Pero tengo fe. A ese collar le añadiré un dije: mi fe. No puedo asegurar que mis ojos permanecerán sin lágrimas al ver ese collar, pero si tengo la certeza de que sea en la paz o en la tormenta, aún entre lágrimas al ver ese collar mi corazón estará agradecido, por lo que fue, lo que es y lo poco o mucho que será. Mi Dios dirá lo que trae ese collar.