La escritura

La escritura es para mí un intento desesperado de preservar la memoria. Soy una eterna vagabunda. Por los caminos quedan los recuerdos como desgarrados trozos de mi vestido. De tanto andar se me han desprendido las raíces primitivas. Escribo para que no me derrote el olvido y para nutrir las desnudas raíces que ahora llevo expuestas al aire. (Mi autora favorita)

lunes, 22 de febrero de 2021

Un nuevo collar

 


Un collar en mi cuello

Recién recibí la noticia. Las joyas siempre han sido objeto de emoción para mí. Sin embargo, esta noticia es fuerte. La siguiente semana tendré un nuevo collar en mi cuello. Causa emoción, pero no es alegría, aunque tiene una pisca de esperanza. No es tranquilidad, aunque no hay certeza de que traerá preocupación. Sé que significará dolor, aunque pudiera regalarme paz. Este collar en mi cuello parece dual.

Hace un tiempo, antes de que entraran los ladrones a mi casa, tuve algunas joyas que me encantaban. Eran de oro. Ninguna de esas era de un solo tipo de oro. Tenían hasta tres tipos. Esas eran mis favoritas. Creo que este collar nuevo se les parecerá porque representará por lo menos dos sentimientos, dos emociones. No sé todo lo que ese collar puede significar en mi vida. Puede marcar un camino triste y doloroso que me enseñe esperanza. Puede confirmarme que siempre debo tener claro que siempre hay un final. Puede dejarme conocer lo que nadie espera conocer. Puede prepararme para lo que nadie se quiere preparar. Puede que el dolor me llene de paz. Puede que el dolor traiga el alivio.

Ese collar marcará tiempo en mi vida. Tiempo para seguir o tiempo para finalizar. Ese collar será una oportunidad de agradecer lo que he tenido, lo que tengo y lo que tendré; poco o mucho, pero lo que tendré.

Me encantan las joyas, pero este collar siempre me recordará el dolor, la tristeza, la preocupación. Pero también la gratitud y también mi fe.

No sé cómo encontraré después la fuerza para ver ese collar. La única certeza que hoy tengo es que ese collar representa incertidumbre, desequilibrio. Pero ¿qué en la vida es totalmente cierto? Pero ¿cómo aprendemos si no como producto del desequilibrio y de la incertidumbre?

Sé que habrá dolor. Pero tengo fe. Sé que Dios se perfecciona en mis debilidades, en mis temores. Sé que será difícil encontrar el equilibrio, un poco más difícil que soportar el dolor. Sé que algo más difícil puede venir. Pero tengo fe. A ese collar le añadiré un dije: mi fe. No puedo asegurar que mis ojos permanecerán sin lágrimas al ver ese collar, pero si tengo la certeza de que sea en la paz o en la tormenta, aún entre lágrimas al ver ese collar mi corazón estará agradecido, por lo que fue, lo que es y lo poco o mucho que será. Mi Dios dirá lo que trae ese collar. 


martes, 27 de octubre de 2020

Se aprende a amar la oscuridad


 

Se aprende a amar la oscuridad

-¡Miedo!, eso hay en la oscuridad-

-¿Qué te da temor de la oscuridad?- En la oscuridad no hay nada que temer.

-¿No hay nada? ¡Pues eso da temor! Me gusta ver, me gusta que haya. En la claridad hay todo. En la oscuridad hay nada.

-Creo que no has visto bien, algunas veces creemos que al abrir los ojos vemos mejor, pero solo cuando aprendes a ver sin los ojos puedes descubrir las mejores cosas de la vida. Eres una nena, pronto aprenderás a amar la oscuridad.

-¿Aprender a amar la oscuridad? No, no lo creo.

 

Se escuchan sollozos, se percibe dolor…

-¡Duele, duele mucho¡ ¿Cómo se huye al dolor?-

-Puede que la solución no sea huir al dolor, sino que sea hallar algo más fuerte que no cause dolor. Ve bien y ubica lo que no causa dolor-

-Déjame buscar-

-No, inténtalo con los ojos cerrados-

-¿Con los ojos cerrados? No veré nada-

-Puede que sí-

Silencio…

 

-¡Oye! ¿Qué haces?-

-¡Shhhhhh! ¿A caso no ves que disfruto la oscuridad?

-Según recuerdo cuando eras una nena te daba miedo. ¿Ahora?-

-¡Callate! ¡Dejame en paz!

 

-¡Cansada, muy cansada! ¡Qué día! ¡Cuánto por hacer, cuánto por pensar! Necesito paz. Necesito luz, necesito ver. Solo tengo cinco minutos. Debo cerrar mis ojos. Solo allí hallaré lo que quiero y necesito, solo allí podré ver. En la oscuridad hay tanto tiempo para mí, tanto tiempo para disfrutarme, para comprenderme, para ver, para entender. Hay tiempo para crear, para resolver, para descansar, para entusiasmar, para soñar, para vivir. Nada como lo que vivo en MI oscuridad.-

-Pero, ¿y el miedo a la oscuridad?-

-Le temo, por supuesto. Me enfrenta a mi verdad. Pero, el temor desaparece pronto porque hay tanto por construir que pronto llega la paz. La oscuridad es uno de los retos que me gusta enfrentar. En la oscuridad me encuentro y también a Dios. Se requiere valentía, pero no se piensa cuando se le necesita. Lo que obtengo en ella, lo que veo en ella, justifica el esfuerzo.-

-Creo que comprendiste que hay que aprender a amar la oscuridad-

-Algo me dice que aún no. Se que la oscuridad puede dejarme ver algo más, mucho más-

 

-¿Qué hacés? Parece que esperas. Es madrugada, está oscuro. ¿Por qué abres los ojos? ¿qué buscas? ¿qué esperas? Duerme, lo necesitas, descansa-

-Sabés que disfruto dormir, pero algo me dice que ahora podría aparecer-

-¿Aparecer? ¿quién? ¿qué?-

-Algo que me encanta, que se apodera de mi tiempo para dormir y que me gusta-

-¿Qué hace que te guste? Está oscuro, estás sola.

-Mmmm, es que no me siento sola cuando viene. Parece que lo presiento y espero. Cedo mi tiempo de descansar sin siquiera pensarlo. No lo sé explicar. Es que se anima a meterse a compartir mi oscuridad. Sabés que en mi oscuridad no hay paredes, no pongo límites, no racionalizo todo, mi mente y mi corazón están libres, soy yo. Hay paz, seguridad en mí misma. Viene y me provoca ilusión, me hace soñar y forma un desequilibrio impresionante. Olvido que pronto saldrá el sol. Algunas veces mi cabeza me ha querido recordar que al amanecer va a desaparecer. Contrario a mi naturaleza, no me enojo conmigo por hacer la reflexión, sino que la hago y decido vivirlo sin importar si nada es verdad. Me atrevería a decir que decido vivir, soñar, sentir, sin importarme que sé que nunca será real. Decido creer que el fantasma es real, aunque lo veo transparente y sin pies. ¡No es que me vuelva tonta! Hasta le reclamo y peleo, pero ni eso me da miedo. Es que cómo se pierde algo irreal; y si lo pierdo, ya lo viví. Algunas veces creo que lo invento y me toca que revisar en la luz si fue real, entonces pienso ¡no volverá más! Y me suplico dejar de esperar, hasta me obligo. Viene y hace planes, parece verdad; algunas veces hasta fuerte. Pero… sigue transparente. Es extraño, es tonto, es irreal. Está más ausente que presente. Es un calor que quema, tanto como lo frío que es afuera de la oscuridad. Sin embargo, lo espero porque sé que con él, en la oscuridad podría cobrar sentido lo que dijiste y aprenderé a amar la oscuridad.

martes, 28 de julio de 2020

Se despidió con un "hasta pronto"




Se despidió con un "hasta pronto" y ella le creyó.
Permaneció en la penumbra, pero ahora con una ilusión.
Ella lo imaginó encendiendo la luz para ver su alma.
La ilusionó pensar en en todo lo posible a su lado.
Será pronto se decía, vendrá pronto se tranquilizaba.
Pero el pronto no llegaba.

Se despidió con un hasta pronto, no era la primera vez.
Otras veces ella esperó algo que prometió y nunca cumplió.
Pero la ilusión apartaba la duda que pudiera llegar.
Esta vez será verdad -se repetía- Volverá pronto.
La ilusión de una palabra, la ilusión de un pensamiento.
Pero el pronto no llegaba.

Se despidió con un hasta pronto, pero el pronto no llegaba.
Esperando, se cansó de ver huir a la luna cuando el sol se acercaba.
Entonces pensó -¿por qué el sol siempre ve a la luna pero no la detiene?
La ve, pero no la quiere a su lado, por eso no le importa su partida.
En ese momento recordó lo que esperaba.
¿Por qué tanta promesa no cumplida? ¿tanta palabra sin acción?
Entendió por qué el pronto no llegaba.

jueves, 23 de julio de 2020

La felicidad de una linda gusanita. Para Alejandra




Hace varios años, nació una pequeña gusanita. Linda, pero lo más notorio era lo ocurrente y traviesa. Esa gusanita se robó mi corazón. Dicen que ayudé a malcriarla. 

Me importaba su felicidad. Nunca quise verla sufrir. Ante los ojos traviesos y sinvergüenzas de esa linda gusanita, me convertí en la tía “shute”. Esa tía shute que le peleaba a la mamá con tal de garantizar la felicidad de “la nena”. La sonrisa pícara de la gusanita exigía mimar. Sin embargo, jugaba a ser exigente con ella. Es que nunca se ha encontrado la fórmula perfecta para hacer a un niño feliz, nadie ha encontrado la forma correcta de garantizar que la vida de alguien será llena de éxito y felicidad. 

La gusanita estuvo lejos de mí mucho tiempo, pero nunca se alejó ni un centímetro de mi corazón. La vida de la gusanita no siempre tuvo felicidad. Pero conseguí algo importante, la gusanita sabe que “su tía” siempre está allí para ella. La gusanita aprendió que su tía está cerca aunque esté lejos.

El día que esperaba y no quería llegó. Mi gusanita se metió en el capullo. Lo noté en cuanto vi su rostro, lo supe con solo ver sus ojos. Me lo dijo su piel, me lo dijo su sonrisa, me lo dijo su mirada. Este es un nuevo camino. Ya no me salvo. Mi gusanita traviesa, pícara y sinvergüenza se convertirá en una mariposa. Y yo sigo anhelando y rogando su felicidad.

Mi nena linda, mi muñequita, mi nena prestada, mi bella Alejandra: empieza tu camino para ser una linda mariposa y poco a poco será más difícil para mí hacer algo para que seas feliz. Poco a poco serás más responsable de conseguir tu felicidad. Confío en que serás una señorita cuidadosa, respetuosa y con temor de Dios.

Cuando pude, traté de reforzar todo lo que tu mami te enseñó. Ahora, tienes la responsabilidad de cuidarte. Protegerte, deja de ser una tarea solo de tu mami, ahora debes hacerlo tú. Ahora conseguir la felicidad debe ser tu meta, una meta que no suelte los principios que te enseñaron. 

Tu cuerpo cambiará mucho metida en ese capullo. Debes cuidarlo. Esa tarea es solo tuya. Debes tener claridad que la mariposa bella que serás, solo merece lo mejor. Nadie tiene derecho a lastimarte, nadie tiene derecho de olvidar lo que vales. Esa bella mariposa que serás debe valorarse, notar sus virtudes y estimarse más que cualquier otra persona. Debes amarte más que lo que yo te amo. Debes amarte tanto, que ese amor sea mayor al que te tiene tu mami. 

Esta tu tía, mi linda señorita, ya no puede cuidarte tanto como quería. Ahora, entraste a un capullo y debes cuidarte tú. Tu tía estará aquí, para ayudarte en lo que me pidas. Estaré donde siempre, lista para escucharte. Estaré donde siempre para responderte lo que sepa o acompañarte a buscar respuestas que no sé. 

Mi linda Alejandra, déjame verte crecer y notar que con la misma energía con la que molestabas y hacías travesuras, te encargas ahora de luchar por tu felicidad. Mi Alelé, déjame verte crecer, ser responsable por ti misma, déjame notar que los valores, los principios, el temor y amor a Dios que tienes y las oraciones de tu mami y mías, hacen de ti una mujer, una mariposa más sabia que bella, más feliz que voladora. La felicidad, mi nena linda, está ahora en tus manos. 

Tu tía seguirá rogando a Dios, porque puedas tenerla y disfrutarla: la felicidad, mi linda gusanita. 

jueves, 9 de enero de 2020

Para mi amigo David (y su amor Eva)



El Sol aprendió desde hace mucho que tiene una función en cuanto a la vida en la Tierra. Ese aprendizaje fijó en él algunas responsabilidades. Dar calor y luz, suena poco a todo lo que él mismo se impuso al conocer su lugar, su rol, su deber.

Han de saber que cuenta la historia que sus dominios conocía a cabalidad. Nada le era oculto. Sin embargo, tanta certeza en la vida, algunas veces, llega a cansar. Decidió que era tiempo de conocer algo que no le fuera tan familiar. Por ello, sin romper su naturaleza, y desde lejos, decidió observar en una zona nublada. Observó la algarabía que había en las nubes que se acumulaban allí. Observó por un buen rato, todo era nuevo para él. Todo era interesante y había mucho que observar. Pero algo acaparó su atención; entre tanta neblina, había muchas gotas alegres y juguetonas. Se veían brillar entre esa oscuridad. Pero él no vio a todas, había una que acaparó su atención. Brillaba más que todas, era más feliz que todas. No fue difícil para él empezar a sentir su misma algarabía, no fue difícil sentir su misma felicidad, no fue difícil sentirse tan juguetón como lo era ella. Su brillo era más fuerte que su propio brillo. Totalmente hipnotizado por esa belleza que era incapaz de explicar, no pudo dejar de mirarla y amarla.

De pronto, un sonido muy fuerte, algunos choques. Nada podía entender. Sin embargo, ella se veía feliz. Ante esa paz que le transmitía verla feliz, él dejó de prestar atención a los truenos y actividad eléctrica desenfrenada que ocurría alrededor de la delicada gota que había robado su corazón. Casi no notó lo que ocurría, pero de pronto se derrumbó todo en su interior. Vio como aquella bella gotita caía hacía la Tierra y cómo su brillo se perdió. Buscó desesperadamente, y en ese afán, olvidó que solo era observador, se paseó por la Tierra, revisó por todos lados. ¿Dónde estaba esa bella niña que su vida cambió? ¿Dónde estaba esa bella niña cuyo brillo superaba lo al que alguna vez él tuvo? Caminó, observó, corrió. Solo vapor había a su alrededor. Mientras más caminaba más vapor había y más seca se veía la tierra y las plantas. Sus fuerzas de agotaron, notó que no quería seguir dando calor, notó que no le interesaba más dar luz. Vio que la luna se acercaba y lo agradeció. Devastado, no podía hallar consuelo. ¿Cómo era posible que tanto brillo, tanta alegría, tanta belleza se hubiera desvanecido sin que él pudiera hacer algo? ¿No era acaso él el gran Sol? ¿Para qué su luz? ¿Para qué su calor? Si no fue capaz de cuidar a esa bella gota que su vida cambió.

La luna lo invitaba a salir, desde lejos le decía que era su momento. Él no tenía la fuerza, no había nada que lo motivara a hacerlo, pero de pronto escuchó un pequeño trueno, volteó rápidamente y observó de nuevo a las nubes reunidas. Prudentemente se acercó. La felicidad y la algarabía lo llenaron de esperanza, allí estaba ella, bella, brillante, feliz. ¡Ahora sí! ¡no iba a perderla! La escena se repitió. Tal como el día anterior. Sí, de la misma manera, incluyendo su caída a la Tierra. Pero algo fue diferente, el Sol ahora pudo notar en dónde calló. La miró caer sobre una planta que se veía triste. Y mientras la veía desaparecer y empezaba a sentir la misma desesperación, observó cómo la planta cambiaba. Sus hojas más verdes y un botón empezó a abrirse. El rojo de su flor tenía su brillo, el brillo de la gotita que tanto amó. Entonces, volvió la paz. Ella debía cumplir un ciclo, ella tenía una función. ¿Quién era él para interrumpir su función? Por eso ella era tan feliz al cumplir con su deber.

Cuenta la historia desde entonces, el Sol tiene una mayor habilidad en observar la belleza, que desde entonces es amigo de todo en la Tierra, no juzga, ni se siente superior, sabe que cumple su función. Ama todo, pero comprende que nada es suyo.

jueves, 20 de junio de 2019

No sé si te encontré o me encontraste tú


Encontrar es una palabra que podemos relacionar con buscar, pero pasa que no todo lo que encuentras lo buscabas. ¿O será que algunas veces no somos consientes de qué puede darnos felicidad? …¡debo hacer una pausa y respirar¡… Cuando escribí la pregunta anterior estuve a punto de usar la palabra necesitamos: no somos conscientes de lo que necesitamos; pero eso no es cierto. Es que, si lo necesitáramos, lo buscaríamos, pero no, hoy no quiero hablar de algo que necesito y buscaba, quiero hablar de algo que llegó de pronto, que me llena de ternura, ilusión y felicidad y que solamente está ¿dónde? No sé.

Necesito una analogía para describir una bella experiencia. No, experiencia suena como que lo viví ¿y si solo lo soñé? Por ahora mejor diré que quiero escribir sobre ti, sobre un sueño del que sería lindo no despertar. Difícil conseguir una analogía porque podría usar una melodía, podría usar un silencio, podría usar el frío, podría usar al calor. En verdad especial porque podría escribir sobre guerra o sobre quietud, sobre un torbellino o sobre el mar que tanta paz me da, y allí estarías tú. Podría hablar de tu mirada, de tu voz, así como debería decir que eres un invento, nada real. Alguien a quien de forma sencilla podría encontrar en mi espacio onírico, pero he escuchado tan real.

No sé si me encontraste o te encontré, no sé si intento salvarme al encontrarte o me salvas tú al encontrarme. No sé si me encuentro o me pierdo en ti. No sé que hice, ni de dónde apareciste, sé que eres el agua que en este desierto podría beber o solamente soplar para que desaparezca y me deje ver la sequía, la soledad.

Podría ser que te encontré mientras buscaba paz, pero causas un alboroto impresionante en mí. Podría ser que te encontré mientras buscaba alguna melodía, una de esas rápidas que solo puedes bailar para fingir que eres feliz, pero tú me acercas a un lindo silencio que no quisiera interrumpir y en donde soledad, tu calor no me deja sentir. Un silencio que permite a la dulzura, la ternura y la ilusión eliminar el miedo y la melancolía. No sé si encontré tu mirada o tu mirada me encontró. No sé si encontré tu voz o si tu voz me encontró perdida y anhelándola. No sé si huir pronto, ¡correr! o acercarme despacio y perderme en esta conexión. No se si te encontré o te soñé. No sé si te encontré o me encontraste mientras te esperaba. Escucho tu voz y es tan fácil perderme en ella. Veo el brillo de tu mirada y te siento.

Creo que debo admitir que te esperaba. No sé si te encontré, si te inventé o ya estabas en alguno de mis versos y alguna de esas locuras que pongo en texto. Admito que eres esa locura que he esperado y que en mi corazón tu espacio yo guardaba. No sé si te encontré, te inventé o te presentí. Solo sé que me rendí ante el brillo de tu alma, que te encontré o me encontraste tú.

viernes, 15 de febrero de 2019

Un susurro que calma la tormenta


¿Qué es eso que me inquieta? Suena como angustia, suena como desesperación.
¿Qué es eso que a cualquiera atormenta? Es un llanto, un clamor, una queja, mucho dolor.
Ya que me logró preocupar tanto, voy a acercarme y mirar. ¿Qué puede encerrar tanto temor, tanto desconsuelo? El sonido, en realidad, no es tan fuerte. Si me detengo, soy fuerte y analizo, puedo apartar cada sonido y notar que no es fuerte, no es estridente, no es aterrador. Son más bien varios sonidos suaves. ¿Qué provoca los sentimientos de angustia, desesperación, tristeza, dolor? ¿Cómo es posible que sonidos tan suaves angustien tanto? no son gritos.

¡De pronto! Escucho un susurro, un suave murmullo y reina la paz. No es que haya silencio, es que acabó la angustia. Ya no hay tristeza, solamente se escucha y siente paz.

Miro a mi alrededor, qué o quién podrá explicarme esto que acabo de observar. ¿Habrá en la naturaleza algo que me lo explique. 

Pienso en la angustia de un niño cuando está lejos de su madre, su llanto es suave, pero angustiante, débil, pero aterrador. Veo como este cambia cuando la madre se acerca. Con solo su olor, con solo su voz puede dar tranquilidad al niño quien disfruta de la tranquilidad que su madre le da.

Recuerdo el alboroto que se armaba cuando los niños traviesos desarmaban un hormiguero, las hormigas corrían por todos lados. No había sonido, no escuché gritos, pero veía la angustia, veía y hasta escuchaba el descontrol y desconcierto. Hasta que aparecían las reinas y todos las seguían. El descontrol se acababa, ellas fijaban un destino, una solución. No había sonido, pero ante las reinas asomaba la paz, asomaba la certeza, asomaba la tranquilidad. 

Imposible no pensar en los pichones en un nido, mostrando su angustia por la ausencia de sus padres y como la llegada de uno de ellos los enmudece y tranquiliza. 

Pienso en un vuelo con turbulencia, el murmullo aterrador de quienes van en el avión y de pronto la voz del capitán explicando que pronto la zona de turbulencia pasará y que se trata de algo de rutina, nada sobre que angustiarse. 

¿Cómo puede un susurro calmar la tormenta? Es que ese sonido que atormenta, que angustia no es más que un grito de inseguridad. Un grito que tal vez no se escucha, pero es tan fuerte que te agobia. Y de pronto, una voz, la tuya. Una voz con dos o tres palabras en un murmullo, un susurro con dos o tres palabras que me llena de paz, que me llena de ternura, que me llena de esperanza. Un sonido que me permite hallar en mí misma la seguridad que tanto me faltaba. Un susurro que me deja volver a soñar, que me muestra que allí estás. Un murmullo que me llena de calor y me quita eso, que parecía frío, pero en realidad solamente era temor a perder tu amor.

Basta, mi amor, un murmullo que me diga que me amas, para calmar mi tormenta. Tu voz, me llena de tranquilidad.